Cartas a Ofelia / Crónicas de cruceros

Cubamatinal / París, 5 de enero de 2019.
Querida Ofelia:
Estuvimos en Salvador de Bahía desde las 8 a.m. hasta las 11 y 30 p.m. Fue un día intenso, lleno de hermosas sorpresas. Al amanecer había + 25°c y por la tarde +36°c.
Las sonrisas de los niños y las bellas miradas de las mujeres de Salvador de Bahía es algo que te sorprende y uno de los recuerdos más bonitos que uno se trae a casa de este viaje.
Sin olvidar que Salvador de Bahía es una ciudad fascinante y con unos paisajes naturales muy bellos. Durante nuestra excursión de ocho horas, acompañados por el excelente guía João Carlos Guimarães, pudimos recorrer su magnífico casco antiguo y conocer la Praia do Forte y ver con nuestros propios ojos los resultados del proyecto Tamar que se inició hace 37 años para la conservación de las tortugas marinas.
Comenzamos nuestra excursión con una visita panorámica de la parte baja de la ciudad. Nos fascinó la Igreja dos Mares (la única iglesia de estilo gótico de Salvador de Bahía), el Memorial de la Hermana Dulce, una santa en vías de canonización muy conocida en todo el país. Para subir la colina donde se alza a Igreja do Bonfim, objeto de profunda devoción de los habitantes de la ciudad, fui en una moto taxi. Como yo iba agarrado a la cintura del motociclista pues éste corría como un centauro brasilero, al llegar a la puerta de la bella iglesia, había un grupo de obreros trabajando en la calle y comenzaron a burlarse del motociclista con gestos obscenos y grandes carcajadas. A la entrada de la iglesia, santeras del Candomblé (ritual o culto propio de los descendientes brasileros de esclavos traídos de África, que combina ritos o ceremonias del animismo africano, del catolicismo y de la hechicería, con danzas, tamborileo y cantos), vendían cintas de colores bendecidas por ellas, que corresponden a los diferentes Orishas. Toda la reja que rodea la iglesia está completamente cubierta por esas cintas.
A continuación proseguimos hacia la ciudad alta, pasando por el Dique do Tororó, una bellísima e interesante laguna donde contemplamos las imponentes estatuas de los Orixás, divinidades del sincretismo religioso cristiano-africano, parecían damas vestidas con sus colores correspondientes, que caminaban sobre la superficie del agua.
Nos trasladamos al barrio de Barra, en dirección al Farol da Barra, el faro de la ciudad, que se alza en el interior de una fortificación situada en un promontorio. Hicimos una breve parada para tomar algunas fotos de recuerdo. Mi esposa me estaba tirando una foto con el faro detrás y en ese momento se me acercaron dos mulatas espectaculares vestidas con trajes típicos y comenzaron a abrazarme, pellizcarme y darme besos. Yo no sabía como liberarme. A pesar de que les decía que no tenía dinero sobre mí, ellas continuaban. Fue una experiencia muy singular. El resto de los turistas franceses se divertía viendo el apuro que yo estaba pasando.
Almorzamos en el Restaurante Escola Casa do Comércio (Senac), situado en el onceno piso de una torre de arquitectura contemporánea original y bella, como todo el resto del barrio. Se encuentra en Av. Tancredo Neves 1109. 11° andar, Pituba. Se lo recomiendo a todo el que vaya a Salvador de Bahía, pues se come deliciosamente con un buffet extraordinario, además la gentileza y calidad del personal es notable. Nuestro camarero fue el muy amable joven estudiante Otavio Filipe Batista, al cual le deseo que triunfe en la vida.
Atravesamos el Porto da Barra y el barrio de Vitória, llegando a la plaza de Campo Grande, donde contemplamos la estatua conmemorativa del 2 de julio.
En las inmediaciones, contemplamos el Teatro Castro Alves, tras lo cual recorremos la Avenida Sete de Setembro y llegamos a la bellísima Praça da Sé, situada frente a la catedral y en cuyo centro se encuentra el monumento a Zumbi, el protagonista de una revuelta de esclavos. Allí había un grupo de ocho jóvenes mulatos sin camisas, que bailaban y tocaban formidablemente los tambores. Uno se acercó a mí con el sombrero en mano para pedirme una contribución. Cuando abrí la billetera buscando un billete de 5 euros, constaté que solo tenía billetes de 50 euros. Le dije: – Lo siento mucho, pero solo tengo billetes de 50 euros. Me contestó con una gran sonrisa: – Pues mejor, así nos lo repartimos entre todos.
Pasando por la alegre plaza Terreiro de Jesus continuamos a pie por el centro histórico de la ciudad, lo que nos ofreció una sucesión de monumentos e iglesias verdaderamente notables: la Igreja de São Francisco, la iglesia Ordem TerceiradeSão Francisco y la Catedral. En la escalera de ésta última, estaba acostado un hombre sin zapatos, que leía la revista Atalaya.
El barrio recuerda a Trinidad, el Viejo San Juan o el casco histórico de Santo Domingo.
Finalmente llegamos a Pelourinho, un barrio histórico extraordinario, vibrante de vida en el que se concentran numerosos locales y monumentos, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Por último, regresamos a la ciudad baja para detenernos en el Mercado Modelo, el principal centro de artesanía de la ciudad.
Il Ristorante Duca d’Orléans ofreció una cena con platos deliciosos de la región de Molise/ Basilicata.
Tierra milenaria en la que se siente constantemente el espíritu de la naturaleza. la cultura campesina, desde los bosques hanta las colinas, pasando por las costas y el campo, ha crecido con sencillez al ritmo de las estaciones. Aquí el hombre es solo parte de un todo, donde las plantas, la tierra, el mar y los animales son los amables anfitriones. Este equilibrio se aprecia en los platos de la tradición, sencillos y nutritivos, a menudo a base de carne combinada con verduras, como en el caso del cochinillo crujiente con berenjenas o la ternera rellena aromatizada con mejorana; o de pescado, como et típico bacalao arracanato, con pan aromático, uvas pasas, piñones y apio, al estilo del Molise.
Este último es un plato pobre que combina el aroma del laurel con et dulzor de las uvas pasas y los piñones, además de aceite y migas de pan casero. Este último ingrediente crea una cobertura gratinada a la que el plato debe el nombre de arracanato y que antaño se caracterizaba por el aroma de la cocción en el homo de leña, donde se cocinaba principalmente en Nochebuena, cuando tradicionalmente se evitaba la carne.
Nuestra cena consistió en:
Parmigiana alla Marateota (plato al horno a base de salchichas, berenjenas, tomate y mozzarella)
Sopa de alubias “cannellini” con camarones y aceite al romero con guindilla
Bacalao gratinado con pan aromático, uvas pasas, piñones y apio
Tarta de almendras con salsa de vainilla
Vino Primitivo di Manduria “Feudi di San Marzano”
Como nos hubiera gustado que nuestra encantadora Amiga miamense Mathilde hubiera estado allí para cenar con ella.
A menudo cuando tomo un buen vino, recuerdo que hace unos años llevé como regalo de Navidad a un señor miamense, una botella de vino tinto francés Bordeaux grand cru Château Lynch Bages 2010. No te digo el precio pues no es correcto. Pero me quedé asombrado y mi nuera francesa horrorizada, cuando lo vimos vaciar el vino en una gran jarra y agregar medio litro de Coca-Cola, según él “para que fuera más sabroso.”
A las 8 y 30 p.m. en Il Atrio dei Diamanti comenzó la fiesta “The Rhythm of the Night” con los hits atemporales de la música popular occidental.
A las 10 p.m. comenzó la fiesta “La Notte Bianca” en Il Lido dell’Ondina , fue la fiesta más elegante del crucero. Todos bailando vestidos de blanco en cubierta, bajo un cielo brasilero estrellado con un buffet de mariscos, pescados, frutas, vinos y licores de todo tipo.
Y así terminó ese día inolvidable lleno de bellas sorpresas.
Al día siguiente amanecimos en el puerto de la ciudad de Ilhéus, sobre la cual ya te contaré.
En esta Noche de Reyes te recordaré más que siempre.
Te quiere eternamente,
Félix José Hernández.
Un comentario en «Escala en Salvador de Bahía (Brasil) del Costa Favolosa»