Opinión / Ensayo: Análisis del comportamiento de una plaga (en cuatro partes)

Cubamatinal / Aún recuerdo las Navidades de 1959, era la euforia de la mayor puesta en escena populista acaecida en nuestra tierra. No es que hayamos carecido de políticos populistas con anterioridad durante la corta existencia de la República. Ni tampoco hicimos asco de la práctica socio-cultural de endiosar a los políticos. Ambas prácticas estaban bien sembradas en la psicología social de la joven nación.
Por Miguel A. García
Fort Pierce, 22 de enero de 2019/ CM/ De ejemplos anteriores baste con recordar la campaña de Eduardo Chibás con su lema «vergüenza contra dinero» representado en la escoba que serviría para barrer todos los males de la República; que terminó en un «intento suicida» mal calculado con las consecuencias para el orador -devenido suicida real- y para un partido político estructurado sobre la base de su estilo populista dependiente de su personalidad esquizoide.
También las ediciones de la vida de Jose Martí, algunas tan influyentes como las de Luis Rodríguez Embil ; «José Martí, el santo de América (1941)«y «Martí, el apóstol (1933)» de Jorge Mañach, prepararon condiciones para –en su transliteración a «ediciones populares«- sembrar la idea de la «traición a los ideales de la independencia» identificando estos como conceptos de una sociedad «igualitaria» no sólo en derechos humanos, de libertades económicas, civiles y políticas; sino también en el acceso y reparto igualitario a priori de la riqueza nacional. Idea socialista no comprendida para nada en el ideario martiano, aunque sí la de Justicia Social; ver Escenas Norteamericanas Jose Marti («Carlos Marx ha muerto»).
La histeria populista de Chibás y el endiosamiento de los próceres de la independencia cubana, en especial de la figura de José Martí (aunque no la única) ; hacían juego con la tendencia chovinista -natural de naciones recién fundadas como nuestro pueblo isleño-, que aprovechando el momento del golpe de estado de Batista sería utilizado por el más grande y experimentado aparato de manipulación populista ( las redes globales de Partidos Comunistas), esta vez con la «joven promesa» de un Fidel Castro a la cabeza del asalto y secuestro de la nación.
La trayectoria política de Fidel Castro es evidentemente el tránsito de un hombre extremadamente ambicioso en busca del poder absoluto –sin hacer ascos al dinero por supuesto–, ver «La guerrilla de Fidel Castro tenía un presupuesto de lujo» , poseedor además de un ego monstruoso y de una falta de escrúpulos proverbial.
Mucho se ha escrito sobre su condición de abogado; sin embargo casi nunca se habla de su grado en Ciencias Sociales, –especializado en Política, su verdadera vocación– y de su interés por la Economía Política, que no llegó a cursar. Estudio este último para el que al parecer no tenía aptitud; si a sus fracasos continuados en la intervención de la vida económica de la nacion nos remitimos.
Su temprana alianza con la URSS y el bloque de la Europa del este comunista, al que solían llamar el «socialismo real«; se basó en ofertar la posición geográfica de Cuba como moneda a cambio del apoyo para su premeditado enfrentamiento con los Estados Unidos, (el nivel real de un contrincante se mide siempre por el tamaño y poder del enemigo real o ficticio al que reta; así como las alianzas de las que se nutre para llegar a detentar el propio poder).
Así se creó un gigantesco «portaaviones» de 109,884.01 km² de superficie a menos de 150 km de distancia del sudeste de los Estados Unidos y puso a un tiro de piedra del territorio continental americano la amenaza soviética que desde antes del fin de la II Guerra Mundial el gigante del norte se empeñara en mantener alejada de sus costas; dando por supuesto que esa amenaza apuntaba -como antaño Japón- hacia la costa del Pacífico. Todo ello toma cuerpo a escasos dos años de hacerse con el poder en Cuba.
Los cambios socio económicos radicales descritos someramente en la primera parte de este ensayo; posibilitaron la continuidad de la fiesta populista, así como la implementación del gigantesco aparato de adoctrinamiento masivo a la población nacional, abiertamente instaurado desde el propio 1959 y que terminará de cerrar el circulo hacia 1961 el llamado «Año de la Educación«. Por cierto la nueva costumbre «nacional» de dar nombre propio a los años nos facilita la descripción de la tendencia manipuladora de cada etapa anual del gigantesco aparato de propaganda política que se entroniza en el país.
Sin embargo la entelequia conocida como «Revolución cubana» no hacía más que continuar la tendencia nacional «revolucionaria«, heredada de las guerras de independencia y de cuantos reclamos -lícitos o no- se quisieran llevar a efectos a lo largo de nuestra corta historia con identidad nacional por diferentes actores sociales. La propia definición de «revolución«, en sus cuatro primeras acepciones lleva implícitos los cambios mediante el uso de la violencia.
No obstante para Castro y su séquito, el problema no era llegar al poder pues ya habían llegado a él mucho más rápido de lo que nunca soñaron. El problema consistia en mantenerse de forma permanente; para ello utilizaron tres carriles, siempre con el populismo en acción:
- Supresión de cualquier posibilidad de oposición interna (militar, política y económica)
- Búsqueda de una potencia garante bajo cuyo paraguas cobijar sus apetencias y evitar las acciones de la nacion que evidentemente seria su enemigo natural: Estados Unidos de América.
- Elevar la fantasía populista-nacional-chovinista (montada sobre la plataforma comunista) a nivel de ideología masiva para la población; mediante un sistema de instrucción que modificara radicalmente la estructura cultural de la nación.
El proyecto de ingeniería social para la deconstrucción nacional, ejecutado a lo largo de estos sesenta años (casi cuatro generaciones) ha logrado sin dudas una modificación sustancial de la cultura y el comportamiento cívico de la población.
Todo ello logrado durante seis decenios con un nivel de penetracion e influencia en organismos internacionales para nada correlativos al tamaño demográfico, economía real o fuerza militar propia de Cuba. Sobre este error de calculo volveremos en la tercera parte del ensayo con ejemplos contrastados y verificables en línea.
La base para todo ello resultó ser la existencia de una población de algo más de once millones de personas que según se tercie se utilizan como los ejércitos mercenarios más grandes y baratos del mundo o esclavos laborales casi gratuitos.
Si se observa con detenimiento el documental «Fiel Castro» –recomendado en la primera parte de este ensayo- permite ver la evolución en el tiempo de la manipulación a la población cubana por el gran discursante nacional.
Nota: Pido disculpas por reiterar la visualización del documental, pero es -a mi modesto criterio- un testimonio gráfico irreemplazable como testimonio del ejercicio técnico y del arte de la manipulación de masas.
Título: “Fiel” Castro
Ficha Técnica:
- Director: Ricardo Vega
- Duración: 51 minutos
- Productoras: Telebemba y Lunáticas Producción
Algo que ya presentamos en un Paquete Informativo hace algunos meses; «El discurso oral y uso de los medios de difusión masiva, para la manipulación política de la población cubana» con base a la Tesis doctoral «La estrategia de dominio en los discursos de Fidel Castro» de Ana Maria Corralello en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y que incluye otros materiales de interés que se pueden consultar desde el enlace superior al Paquete Informativo.
La esencia de todos los materiales puestos a disposición del lector se resumen en:
- El discurso populista utilizado en Cuba, lleva como base el uso preferente de las emociones por sobre el raciocinio mesurado; exacerbando el ego de la población receptora del mensaje. Para ello no duda en tergiversar los hechos históricos, creando una historia patria en paralelo, de ser posible con un destino manifiesto; «el arribo de un mesias politico» para el que parece haber sido diseñado todo el discurrir histórico de la nacion.
- Se parte de la existencia previa de ídolos políticos elevados a la categoría de «Apóstoles o de Santos» y aceptados de forma masiva como tales, de los cuales se transmutan sus cualidades a la figura del político discursante.
Esto es importante identificarlo, pues la tendencia reactiva al reconocer la manipulación a que ha sido sometida la población; tiende a atribuir las culpas exclusivamente a la casta político-militar dominante, ignorando el diseño previo a ese «estado de gracia» al que se ha obligado a las últimas cuatro generaciones de cubanos.
Ese «diseño previo» se viene datando desde casi un siglo antes de alcanzada la independencia. Es algo lógico en un estado nacional que comienza a tomar interés en desgajarse de España de manera muy lenta y calculada y que no inicia los primeros pasos hacia la independencia desde los cabildos, sino desde las logias; organizados por ricos hacendados criollos, al amparo y reflejo de la situación política de España en la segunda mitad del siglo XIX.
El nacionalismo independentista en una nación -carente en la práctica de masas descendientes de la población autóctona de las islas- con una población esclava de variadas procedencias geográficas, llamadas «naciones» muchas veces rivales entre sí, no viene a concretarse más que a partir de la primera guerra de independencia, también llamada «de los 10 años» (1868-1878). Es bien conocida la influencia de la Guerra de Independencia en Haití; «el miedo al negro«.
Ya desde el término de la guerra (1878) comienzan a tejerse leyendas sobre las causas de la derrota de las armas cubanas, atribuyendo más a las diferencias entre cubanos ( que sí estaban presentes por cierto) y a las carencias de materiales y pertrechos (también otra vez sí como un flagelo durante toda la guerra) que a la real existencia de un poderoso y bien pertrechado ejército enemigo que no pudo ser derrotado.
Esa leyenda nacionalista a ultranza se incrementó durante la tercera guerra (1895-1898) y se multiplica después de concluido el conflicto, (del cual por cierto salimos victoriosos gracias a la alianza con el ejército norteamericano) para después crearnos el mito histórico de la «poca importancia de la intervención americana» en la derrota del ejército español. ¿A quién no le enseñaron esa versión sobre el fin del colonialismo español en Cuba?
La manipulación populista desinformadora –de la nueva casta político-militar gobernante– dirigida a la población cubana, unió al control total de los medios de difusión masiva de información, un estructurado plan de reeducación total de la nación; esa sería la verdadera fuente de enraizamiento del poder absoluto; estamos hablando del Sistema Nacional de Educación, creado para perdurar durante generaciones que se irán moldeando como «el hombre nuevo» y que aún hoy en día presentan como un «logro» en el Desarrollo Humano de la Nación. Aunque ya sabemos sobre el alcance real de tamaño engendro.
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