El Museo del Prado recibe a Alberto Giacometti

Cartas a Ofelia / Crónicas hispanas

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Imagen una de las salas de exposición. © Alberto Giacometti Estate / VEGAP, Madrid, 2019 * Foto © Museo Nacional del Prado

Cubamatinal / Madrid, 1 de abril de 2019.

Querida Ofelia:

Uno de los fenómenos más llamativos en los doscientos años transcurridos desde la apertura del Museo del Prado ha sido su progresiva conversión en lugar de peregrinaje de los artistas de vanguardia. De Courbet a Bacon, pasando por Manet, Degas, Whistler o Picasso, su visita al Museo marcó un antes y un después en su trayectoria artística. Ha habido, no obstante, destacadas ausencias, y quizás ninguna tan notoria como la de Giacometti, a quien está dedicada esta singular exposición. Un artista que concebía el arte como un único y simultáneo lugar de confluencia del tiempo pasado y presente, y, sus creaciones avalan hoy aquí la atemporalidad de la figura humana como modelo de representación para el arte de todos los tiempos.

Hijo de un destacado autor postimpresionista suizo, Alberto Giacometti (Borgonovo, 1901-Chur, 1966) empezó a dibujar con avidez desde niño y a realizar, en la mayoría de los casos a partir de reproducciones, copias no solo de los maestros antiguos, sino del arte de todos los tiempos y culturas. Continuó esta labor durante su formación en París, ciudad a la que se trasladó en 1922, y a lo largo de toda su vida, como atestiguan sus cuadernos.

Alrededor de 1930, Giacometti se adhirió al movimiento surrealista, sustituyendo progresivamente en su obra «lo real por lo imaginario». No será hasta 1934 cuando vuelva a servirse de un modelo en sus composiciones, lo que desembocará en su ruptura con el surrealismo. Este empeño por “reflejar” lo real lo aisló en cierta forma del arte de su tiempo y lo vinculó inexorablemente al pasado.

Es fundamentalmente a partir de 1945 y hasta su muerte en 1966 – período representado en la exposición del Museo del Prado – cuando su práctica se centra en la representación de la figura humana, sobre todo de sus seres más cercanos, y se observa en su obra una búsqueda infatigable de lo real que pretende trascender la apariencia meramente superficial de sus modelos. Una obsesión que se hace más patente todavía en la radicalidad de sus retratos posteriores a la II Guerra Mundial, cuya terrible experiencia influyó definitivamente al artista, como demuestran las obras aquí reunidas.  

La exposición

Las 20 obras expuestas -18 esculturas y 2 óleos- proceden de colecciones de la Fondation Beyeler, Riehen/Basilea, Alberto Giacometti-Stiftung Zurich, Kunstmuseum Basilea, Louisiana Museum of Modern Art, Humlebaek, Dinamarca, Alicia Koplowitz, coleccionista y miembro del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, la Fondation Marguerite et Aimé Maeght de Saint-Paul-de-Vence, la Hamburger Kunsthalle, Hamburgo, y el Museum of Fine Arts de Houston.

El recorrido empieza en la sala de Las meninas de Velázquez, donde el conjunto de figuras que conforma La Piazza – Mujer alta III, Mujer alta IV, Cabeza grande y Hombre que camina- ideado inicialmente en 1958 como un proyecto de escultura monumental en Nueva York que no llegó a materializarse, prolongan, aún más si cabe, el juego de espejos propuesto por el pintor barroco.

Frente al Carlos V en la batalla de Mühlberg de Tiziano se sitúa El carro: una mujer, encaramada sobre dos ruedas gigantes, suspendida en equilibrio entre el movimiento y la quietud, el avance y la retirada; y dos pinturas entre las que encontramos Cabeza de hombre I (Diego), obra en la que capta en 1964 a su hermano Diego, quien posó para él a lo largo de toda su vida. Próximas al casi cinematográfico espacio del Lavatorio de Tintoretto, siete Mujeres de Venecia, pertenecientes a la serie de esculturas presentadas en la Bienal de Venecia de 1956 en el Pabellón francés y una de sus obras cumbre, dirigen su mirada hacia las salas de la obra del Greco, donde Mujer de pie manifiesta unos evidentes paralelismos formales en su verticalidad y alargamiento con la obra del pintor cretense. Ante los cuerpos colosales representados por Zurbarán en su serie de Hércules, contrasta La pierna, producto quizá de una realidad ya definitivamente fragmentada después de la Segunda Guerra Mundial.

La exposición nos recuerda que la obra de este artista único, gran dibujante, pintor y escultor, le debe tanto a la historia de la pintura como a la de la escultura y corrobora que los precedentes esenciales de su obra se encuentran también en la pintura barroca italiana y española.

Actividades complementarias

Claves  

El Museo ofrece charlas sobre la exposición para facilitar al público la visita autónoma a la misma, proporcionándole las claves esenciales para apreciar y comprender mejor las obras que forman parte de la muestra.

Abril, mayo y junio: Jueves a las 11.00 y 17.00 h

Auditorio. Acceso libre para los visitantes del Museo.

Conferencia

Con motivo de la exposición el Área de Educación incluirá en su ciclo habitual varias conferencias relacionadas con la muestra.

3 de abril a las 18.30 h Otro aspecto en la vida de Giacometti: su país de origen, Suiza Marco Giacometti. Centro Giacometti

25 de mayo a las 18.30 h Entender la percepción: lo que Giacometti nos transmite en el Museo del Prado Philippe Büttner. Kunsthaus Zürich

Auditorio. Actividad gratuita. Para asistir a las conferencias es necesario adquirir una entrada en las taquillas 1 y 2, desde 30 minutos antes del comienzo de la actividad.

Régimen de acceso

El acceso a la exposición “Alberto Giacometti en el Museo del Prado” está incluido en la visita a la colección permanente. La compra de entradas puede efectuarse anticipadamente por internet (www.museodelprado.es) o en las taquillas del Museo al precio de 15 euros (reducida o gratuita, conforme a las condiciones habituales ya establecidas).

De lunes a sábado de 18.00 a 20.00 horas, y domingos y festivos de 17.00 a 19.00 horas, el acceso a la colección permanente es gratuito previa retirada de la entrada en las taquillas del Museo.

El horario de visita a la exposición será de lunes a sábado, de 10.00 a 20.00h., y domingos o festivos, de 10.00 a 19.00h. Acceso al Museo hasta media hora antes del cierre. El desalojo de las salas comienza 10 minutos antes del cierre.

Un gran abrazo desde nuestra querida y culta España,

Félix José Hernández.

Retrospectiva de Alberto Giacometti en el Museo Guggenheim Bilbao

Cartas a Ofelia/ Cronicas hispanas

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Cubamatinal/ Bilbao, 22 de septiembre de 2018.

Querida Ofelia :

El Museo Guggenheim Bilbao presenta Alberto Giacometti. Retrospectiva, una exhaustiva exposición de más de 200 esculturas, pinturas y dibujos de Alberto Giacometti (1901-1966), uno de los artistas más influyentes del siglo XX, con una trayectoria de 40 años de producción artística. La presente muestra ofrece una perspectiva singular de la obra del artista otorgando especial relieve a la extraordinaria colección de arte y material de archivo que conserva la Fundación Giacometti de París y que fue reunida por la viuda del artista, Annette.  Alberto Giacometti. Retrospectiva está organizada por el Museo Guggenheim Bilbao en colaboración con la Fundación Giacometti de París. Patrocina: Iberdrola.

Alberto Giacometti nace en Suiza en 1901, en el seno de una familia de artistas. Es su padre, el conocido pintor neoimpresionista Giovanni Giacometti, del que se exponen tres cabezas realizadas por el joven Alberto, quien lo inicia en la pintura y la escultura. En 1922 se traslada a París para profundizar en su formación artística. Cuatro años más tarde, se instala en el que fue su taller hasta el final de sus días, un espacio alquilado de apenas 23 metros cuadrados en la calle Hippolyte-Maindron, cerca de Montparnasse. En esa estrecha y minúscula habitación Giacometti creauna visión muy personal del mundo que le rodea.

La figura humana es un tema central en la obra de Giacometti. A lo largo de los años, crea obras inspiradas en las personas de su entorno, fundamentalmente en su hermano Diego, su esposa Annette, amantes y amigos. “Desde siempre, la escultura, la pintura y el dibujo han sido para mí medios para comprender mi propia visión del mundo exterior y, sobre todo, del rostro y del conjunto del ser humano. O, dicho de una forma más sencilla, de mis semejantes y, sobre todo, de aquellos que, por un motivo u otro, están más cerca de mí.”Las ideas de Giacometti sobre cómo abordar la figura humana se han convertido en cuestiones fundamentales en el arte contemporáneo para las siguientes generaciones de artistas.

La exposición Alberto Giacometti. Retrospectiva subraya el interés del artista por los materiales moldeables como el yeso o la arcilla. Mientras que muchos creadores se limitan a utilizar el yeso como material intermedio de trabajo en la producción de una obra-después de modelar el objeto en arcilla y antes de realizarlo en bronce-, Giacometti emplea a menudo este material tanto para la forma inicial como para la forma definitiva del objeto en cuestión. Buena muestra de ello es el excepcional conjunto de ocho esculturas en yeso Mujeres de Venecia que se presentará en el Museo Guggenheim Bilbao por segunda vez desde su creación para la Bienal de Venecia de 1956, y que se exhibió en la Tate Modern de Londres en 2017 tras su restauración por la Fundación Giacometti de París.

 

Recorrido por la Exposición

Sala 205. El encuentro con el Cubismo en París

 

Giacometti se traslada a París en 1922 para estudiar con el escultor Antoine Bourdelle en la Académie de la Grande Chaumière. Pronto descubre las obras postcubistas de Jacques Lipchitz, Henri Laurens, Constantin Brancusi o Pablo Picasso, lo que le llevaría a abandonar su formación clásica y a adoptar el vocabulario formal del neocubismo con un estilo muy personal, centrándose en la figura humana.

La escultura de la Antigua Grecia procedente de las Cícladas que Giacometti tiene ocasión de contemplar en el Louvre lo impulsa a explorar la relación de la escultura con el plano. Acude a menudo al Musée d’Éthnographie du Trocadéro y lee con asiduidad revistas de vanguardia como Cahiers d’art y Documents, que reflejan el gusto de la época por el arte no occidental. En 1927, sintetiza estas influencias en Mujer cuchara (Femme cuillère), una de sus primeras obras de madurez.

Mujer cuchara (Femme cuillère, 1927), es la obra más monumental y totémica de este periodo. Creada en yeso y posteriormente realizada en bronce, interpreta la geometría característica del Cubismo, las formas estilizadas del arte africano y la simplicidad formal de la modernidad europea. Con un gran abdomen cóncavo, que evoca el útero femenino, la escultura se inspira visiblemente en las cucharas ceremoniales antropomorfas de la cultura Dan africana y es un homenaje a la fertilidad.

La abstracción de la escultura de Giacometti se hace cada  vez  más compleja y culmina en unas esculturas planas, carentes de volumen, cuya pulida superficie aparece ligeramente grabada o esculpida, como se aprecia en Mujer (plana II) [Femme (plate II), ca. 1928–29], Mujer (plana V) [Femme (Plate V),ca. 1929],o Cabeza que mira (Tête qui regarde, 1929), una escultura plana de yeso con una sutil cavidad que evoca un ojo, ligeramente perceptible. Para el artista suizo, sólo la reducción agudiza la mirada, una premisa que determinar á su obra hasta el final. Este trabajo aborda exclusivamente la visión en sí misma: el acto de ver adopta la forma de una imagen. Su amigo el escultor Henri Laurens comenta sobre esta pieza: “la cabeza de yeso, aplanada, es una verdadera cabeza”. Estas placas se exponen en París en 1929 y despiertan el interés de prestigiosos artistas  e intelectuales como Georges Bataille, André Breton o Salvador Dalí.

 

Sala  206. El Surrealismo

 

La corriente artística y literaria del surrealismo, que surge en 1924 y permanece activa hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, tienesu epicentro en París. El Surrealismo intenta erradicar el Racionalismo moderno a través del poder de la imaginación. Influidos por el psicoanálisis y el mito, los surrealistas creen que adentrarse en el subconsciente puede revelar complejos mundos interiores en torno a sexualidad, deseo y violencia.

Giacometti abraza la investigación del lenguaje y los sueños que propugnan los surrealistas, convirtiéndose oficialmente en un miembro del grupo de André Breton en 1931.La influencia surrealista se plasma pronto en creaciones oníricas y originales que representan mundos interiores a través de imágenes insólitas.

El estilo sumamente personal de Giacometti despierta el interés de prestigiosos artistas e intelectuales. Dalí considera Bola suspendida (Boule suspendue, 1930–1931) como el prototipo del “objeto de funcionamiento simbólico” surrealista, con un contenido violento o erótico. Objeto desagradable (Objet désagréable, 1931) es la escultura más emblemática de esta tendencia y encaja a la perfección con las fantasías de brutalidad que pueblan los escritos de Georges Bataille. La obra reposa en completo equilibrio sobre la parte posterior, desafiando las normas habituales de la escultura al prescindir del pedestal. Giacometti continuó realizando estas esculturas-objeto hasta 1934, unas obras a menudo rayanas en la abstracción que, sin embargo, mantienen siempre un cierto vínculo con la figura humana.

La pieza Mujer degollada (Femme égorgée, 1932)evidencia a la perfección la adscripción de Giacometti al Surrealismo a principios de los años treinta. Al artista le interesan las maneras en las que este adentra en el inconsciente, introduciendo temas complejos, como los estados antagónicos de dolor y éxtasis, lo humano y lo no humano, y también motivos que generan atracción y repulsión al mismo tiempo, como la forma de los insectos.

Sala 207. Las “jaulas” y la delimitación del espacio; la calle y las plazas

En 1935, Alberto Giacometti se distancia del movimiento surrealista y vuelve a trabajar a partir de un modelo. Su hermano Diego y Rita Gueyfier, una modelo profesional, posan para él a diario. El escultor explora diversas técnicas de modelado y pasa de trabajar por facetas geométricas a hacerlo de una manera más expresiva, quedando asimismo patente en su regreso a la pintura su interés por el modelo.

En la década de 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, Giacometti comienza crear figuras alargadas, escuálidas, de contornos desdibujados, que sugieren la figura humana vista desde lejos. Afirma que hacer figuras grandes le parece falso y que solo cuando las representa largas y estilizadas son fieles a su visión de la humanidad.

Giacometti vuelve a utilizar el motivo de la caja a principios de los años cincuenta en numerosas obras de este periodo como Figurita entre dos casas (Figurine entre deux maisons, 1950).La caja alude de una manera gráfica a diferentes conceptos relacionados con el Existencialismo, como el confinamiento, el aislamiento o la angustia que pueden estar ligados al hecho de existir. Esta misma idea subyace en las obras de “jaulas”, un tema con el que ya había experimentado durante su etapa surrealista. En La nariz (Le Nez, 1947), la punta perfora literalmente el marco que delimita la obra y se asoma al exterior.

En el Bosque ( Laforêt, 1950), Giacometti reúne una serie de figuras alargadas, ancladas a una base, de manera que se asemejan, en cierto modo, a un bosque. Están de pie, como si fueran árboles, y próximas entre ellas y, sin embargo, no se tocan. La relación entre estas figuras alargadas, arbóreas, se crea a través del espacio negativo en el que cohabitan. Esta y otras obras similares con una sola figura o grupos de figuras, expresan las ideas sobre las que Giacometti reflexiona en este momento: el convencimiento de que podemos sentirnos aislados incluso en un espacio abarrotado de gente, como en la calle o las plazas, en espacios abiertos.

Sala 202 y 209. Esculturas minúsculas

Entre 1938 y 1944 las esculturas de Giacometti se reducen cada vez más y aumenta la distancia entre el espectador y las personas. Durante la guerra, Giacometti se traslada a Suiza y allí pasa mucho tiempo con su sobrino Silvio, a quien enseña historia mientras esculpe su figura una y otra vez en una habitación de hotel transformada en estudio, dando lugar a una serie de esculturas como Busto pequeño sobre un pedestal doble ( Petit buste sur double socle, 1940–1941) y otras figuras realizadas del natural como Silvio de pie con las manos en los bolsillos (Silvio debout les mains dans les poches,1943).

Muchos años después, Silvio rememoraba el proceso empleado mientras posaba para su tío, a veces durante 15 minutos; otras durante una hora. Un día realizaba una figura y, al día siguiente, volvía sobre ella, reduciendo una escultura que había sido el doble de alta a no más de ocho o diez centímetros. De esta manera conocemos de primera mano cómo Giacometti desestimaba o reducía sus obras, sintetizándolas en formas más pequeñas. El artista explica su evolución con estas palabras: “trabajando del natural llegué a hacer esculturas minúsculas: tres centímetros. Hacía eso a mi pesar. No lo entendía. Empezaba grande y acababa minúsculo. Solo lo minúsculo se me antojaba parecido. Lo comprendí más tarde: no se ve a una persona en su conjunto hasta que uno se aleja y se hace minúscula”.

 

Sala 209. El Existencialismo: figuras alargadas y filiformes

Sartre definió a Giacometti como “el artista existencialista perfecto, a mitad de camino entre el ser y la nada”.

A partir de 1945 crea sus obras más conocidas; figuras extremadamente alargadas y estilizadas en las que revela sus nuevas inquietudes sobre el espacio y la distancia entre el modelo y el artista. Giacometti había regresado a París y el cambio de escala le permite expresar la ansiedad derivada del trauma de la guerra.“Después de la guerra, estaba ya harto y me juré que no dejaría que mis estatuas se redujesen ni una pulgada. Y entonces pasó esto: logré mantener la altura, pero la estatua se quedó muy delgada, como una varilla, filiforme”.

Cuando Giacometti es seleccionado para representar a Francia, su país de adopción, en la Bienal de Venecia de 1956,el artista reflexiona sobre cómo puede mostrar su trabajo en aquel espacio. Quiere realizar piezas nuevas para ser exhibidas junto a  otras anteriores, creando una serie de obras que titula Mujeres de Venecia (Femmes de Venise). Esta exposición supone una ocasión extraordinaria para contemplar las ocho esculturas reunidas, que desde el pasado mes de junio se exhiben en el recién inaugurado Instituto Giacometti de Parísy viajan a Bilbao con motivo de la muestra.

Sobre este proceso, Giacometti comenta: “el último de los estados no era más definitivo que sus predecesores. Todos eran provisionales […] todas las cabezas y figuras de pie son diferentes estados”.

Sala 208. La investigación sobre la escala

 

En este espacio se pueden contemplar un conjunto de obras que resumen las diferentes escalas que Alberto Giacometti trabaja a partir de 1938. Durante su época surrealista, precedente a ésta, Giacometti había empezado a explorar numerosas variaciones en la forma y las dimensiones de la base de sus esculturas, siendo parte integrante de la propia obra. En 1957, resume su investigación sobre la escala y la figura humana en La pierna (La jambe, 1958), una monumental pieza encaramada a un pedestal altísimo. Su tamaño y su estado fragmentario nos recuerdan la escultura antigua, una influencia que también hallamos en la serie de estelas, cuyas elevadas bases, similares a columnas, aparecen coronadas por bustos de hombres como en Gran cabeza (Grande tête, 1960).

Por su parte, Hombre que camina (Homme qui marche, 1960), es la obra más conocida de Giacometti y una de las esculturas más famosas del siglo XX. Desde la década de 1930 y el paso exquisitamente esbozado de Mujer que camina (Femme qui marche), Giacometti había centrado su atención en la representación de ese gesto, inspirándose en la tradición de las estatuas egipcias.

Giacometti es consciente de que ve a la mujer únicamente como una estatua desproporcionada e inmóvil, como símbolo de un ídolo de la existencia, mientras que el hombre avanza con paso firme, en movimiento.

Salas 202, 203 y 208. Pinturas y dibujos

En la pintura de Giacometti prevalecen los retratos, centrados en las personas más próximas a él como su hermano Diego, su mujer Annette, su última amante Caroline y algunos amigos intelectuales. En las sesiones de posado somete a sus modelos a largas sesiones de trabajo y les exige que permanezcan completamente quietos en una búsqueda infructuosa de la semejanza total.  

Esta exposición nos permite entender la evolución de Giacometti como artista. En su trabajo existen temas que se mantienen a lo largo de toda su carrera y, sin duda, el del retrato es uno de ellos. A través del retrato, Giacometti explora la sensación de aislamiento, incluso dentro de un espacio atestado. La figura y el individuo, verdaderos pilares de su obra, son también temas de actualidad y relevancia en el siglo XXI.

A partir de 1957 pinta sus retratos acumulando capas de color y pinceladas que sugieren obras casi escultóricas pero el artista sigue considerando que falla en la representación de la realidad. “Mis pinturas son copias no logradas de la realidad. Y me doy cuenta, en mi trabajo, de que la distancia entre lo que hago y la cabeza que quiero representar es siempre la misma”. Esta frustración hace que se enfrasque en el trabajo con intensidad obsesiva y que, en ocasiones, destruya o rehaga sus obras. Jacques Dupin describe el proceso de la siguiente manera: “

sí es el mío [mi rostro], pero también el de otra persona que, desde lejos, surge de las profundidades y retrocede en cuanto intentamos atraparla. La infinita cuestión del modelo le quita, a fin de cuentas, todo aquello que conoce para revelar lo que no conoce, lo desconocido que liberan las profundidades”.

Sus retratos son, en general, de una quietud estremecedora con unos fondos de colores tierra y grises, inacabados, atravesados por verticales y horizontales que enmarcan las obras, y aluden a las líneas escultóricas de las jaulas, el confinamiento. Giacometti dice: “de pronto, tuve la sensación de que todos los

acontecimientos se producían simultáneamente a mi alrededor. El tiempo se hacía horizontal y circular, era espacio al mismo tiempo, e intenté dibujarlo”.

En la sala 202 se muestran diferentes estudios de cabezas en tinta sobre papel de principios de los años sesenta. Estos dibujos nos permiten apreciar la práctica de Giacometti; su forma obsesiva de trabajar el rostro en los dibujos, en los que intenta incesantemente captar la mirada, el brillo de vida en los ojos de cada individuo. Para él, la mirada, el modo en el que la mirada puede penetrar en el espacio del espectador, es algo crucial.

Tras experimentar con técnicas de dibujo surrealistas  o abstractas, el artista regresa a  una técnica más tradicional: pintando a partir del natural, algo que practica hasta su muerte.

Los esbozos compulsivos que el artista realiza a diario son un ejercicio de búsqueda de la verdad en la representación.

DIDAKTIKA

Parte del proyecto Didaktika lo constituyen los espacios didácticos y actividades especiales que complementan cada exposición y brindan herramientas y recursos para facilitar la apreciación y comprensión de las obras expuestas.

En este espacio educativo se exploran los lugares en los que trabajó Alberto Giacometti: desde el luminoso y amplio taller de su padre que utiliza a partir de1933en su pueblo natal de Stampa en el valle de Bergell, al pequeño y sombrío estudio en París en la Rue Hippolyte-Maindron, en Montparnasse, que ocupa desde 1926 durante cerca de 40 años. Incluye extractos del documental de Ernst Scheidegger y Peter Münger de 1966 con extraordinarias imágenes del artista en su estudio.

 A continuación se detallan algunas actividades en torno a la exposición.

Conferencia: Alberto Giacometti (17 de octubre). Catherine Grenier, Directora de la Fundación Giacometti de París y una de las comisarias de la exposición Alberto Giacometti. Retrospectiva, ofrecerá su particular visión sobre la trascendencia y la amplia producción del artista.

 

Taller de modelado (24 de noviembre y 1 de diciembre)Taller para descubrir cómo trabajaba Alberto Giacometti con materiales como el yeso y la arcilla; y conocer la relación entre sus esculturas y los objetos de uso cotidiano. Durante estas dos sesiones, los participantes podrán realizar sus propias creaciones.

La exposición Alberto Giacometti. Retrospectiva  va acompañada de un catálogo generosamente ilustrado ilustrado que aborda, en varios textos y ensayos, numerosos aspectos relativos al artista y su contexto durante 40 años.

Retrospectiva de Alberto Giacometti en el Museo Guggenheim Bilbao. Del  19 de octubre de 2018 al 24 de febrero de 2019.Comisarias : Catherine Grenier y Petra Joos, Museo Guggenheim Bilbao. Comisaria adjunta: Mathilde Lecuyer-Maillé.

Un gran abrazo desde la culta Bilbao,

Félix José Hernández.