Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria

Cartas a Ofelia / Crónicas cubanas

betania

 

Cubamatinal / París, 22 de diciembre de 2018.

Querida Ofelia,

El autor nos muestra a todo lo largo de su libro, el amor y la nostalgia que siente por su terruño, su amado Güines, por medio de tantas anécdotas sobre la vida cotidiana durante su niñez y adolescencia e los años cincuenta e inicios de los  sesenta.  Plasma con gran savoir faire tantos recuerdos, que parece como si hubiésemos conocido al pueblo y a sus gentes.

Recomiendo su lectura a todos los que se interesan a la vida en nuestra Cuba, donde  todo no era blanco ni negro, sino que había muchos matices y como el régimen instalado por los Castro en 1959 destruyó todo lo que amábamos hasta entonces y, que hoy forma parte -desde el exilio-,de nuestro patrimonio nostálgico.   

« De repente, Luisito se despertó mojado. Sudaba a chorros,  un maloliente líquido le recorría todo su cuerpo, cuando escuchó su nombre y apellidos. ¡Le había llegado su turno! Apenas pudo despedirse de los otros compañeros que abarrotaban la celda del presidio político. Ni siquiera escuchaba las palabras de su amigo el cura que deseaba confortarlo. Ya pegado al paredón, sintió un escalofrío y simuló una mueca al pensar: “Esta es la Revolución por la que estuve dispuesto a dar tantas veces mi vida”.

 A lo lejos vislumbra el resplandor de unos fusiles nerviosos que se movían por la ansiedad de los ejecutores de aquella forma que ya había visto con anterioridad en el cuartel de su pueblo, dibujando invisibles triángulos de muerte.

Recordó al capitán y al sargento Hermenegildo: ¿qué sería de ellos, los habrán fusilado también, estarán presos, habrán logrado exiliarse? Ahora le tocaba a él, estaba solo frente a la Historia. El estruendo de los fogonazos interrumpió el silencio macabro de aquella madrugada. »

En Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria, Felipe Lázaro reúne catorce relatos que transcurren en su ciudad natal (Güines), donde rememora su infancia en los convulsos finales de la década de los 50 y en los dos vertiginosos primeros años de la Revolución cubana, a principios de los 60. Memoria y autoficción se aúnan en este libro, para conformar un retablo de cuentos que plasman una viva remembranza de una Cuba ida, pasada, que contrasta con las ruinas actuales –de toda la Isla– y que, en definitiva, confirma el innegable fracaso del régimen del 59. Recuerdos y creación que se unen en este puñado de narraciones y confeccionan el mosaico de una cuentística de la nostalgia y de la niñez.

« Mientras, la policía avanza lentamente hacia el encuentro con los jóvenes. Los gendarmes van serios, sudorosos, pero seguros; son la autoridad. Sus órdenes son estrictas: proteger la estación policial a toda costa y disolver la manifestación, dar unos cuantos golpes para escarmentar a la masa estudiantil y arrestar a unos cuantos, quizá a los más beligerantes para interrogarlos y obtener alguna supuesta valiosa información.

–¡Cojones, están armados con Thompson, nos van a acribillar! ¡Que no se mueva nadie! Juan, di algo. Si no podemos llegar al parque, aquí mismo les largamos el discurso.

Durante un larguísimo instante hay un eterno silencio, interrumpido por la voz del joven presidente de los estudiantes del Instituto, que desde el caballo pinto, grita:

–Compañeros, ahí están los esbirros de la tiranía, defensores del déspota que ensangrienta a la nación. Los estudiantes, una vez más, estamos en la vanguardia de esta lucha. Somos, en realidad, el futuro de la patria –y al ver que los policías no avanzan, sino que corren con pistola y palo en mano, termina con un sonoro: ¡Libertad o Muerte!–que todos repiten, hasta que de repente se siente un brusco tirón y empiezan a avanzar como si estuvieran bailando una contagiosa conga.

Los estudiantes lanzan piedras y botellas a la muralla policial y reparten octavillas entre los transeúntes o paseantes que contemplan la manifestación desde las aceras o las tiran al aire, quedando regadas por la calle y por los portales de las casas y en las entradas de algunos negocios, hasta que una ráfaga de ametralladora corta el aire y la respiración de todos: policías, estudiantes y público en general. »

 « Parte de mi familia sí se exilió y muchos parientes y casi todos mis amigos. ¡De Güines se fue hasta el gato! Esto me recuerda la respuesta que le dio la gran poeta cubana Dulce María Loynaz a una periodista que le preguntaba lo mismo, Dulce María le respondió: “Yo soy hija de un general mambí, que se vayan ‘ellos’”. “Ellos” son los gobernantes, que sobran cuando un pueblo emigra; como nos enseñó Martí. En 1959, al triunfo de la Revolución, Güines tenía 40.000 habitantes, más o menos, de los cuales mucho más de la mitad, yo diría que la gran mayoría, ha optado por el destierro desde entonces. O sea, que se fueron miles de güineros, familias enteras. Por esa espantada del pueblo, desde los años 60, Güines se ha repoblado con campesinos de los alrededores y, sobre todo, con cubanos de otras provincias, como los orientales. Fíjate, yo voy caminando por las calles de Güines y voy recordando: Ahí vivía fulano, allí mengano. en esa esquina residía la familia tal, esa casa era de… Todavía se pueden leer las tarjas de médicos, abogados, dentistas y otros profesionales que se fueron y sus casas o despachos están ocupados por otros. Y lo más dramático es que muchos de estos exiliados jamás volvieron a ver a sus abuelos, a sus padres, a sus tíos, a sus hermanos, a sus primos. »

Felipe Lázaro (Güines, 1948). Poeta y editor cubano. Salió de  Cuba en agosto de 1960. Entre 1961 y 1967 residió en Puerto Rico y, desde entonces, en España. Es Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y graduado en la Escuela Diplomática de España. Fue uno de los fundadores de las revistas madrileñas Testimonio (1968), La Burbuja(1984) y  Encuentro de la cultura cubana(1996); además del periódico  La Prensa del Caribe (1997). Perteneció al Consejo Editorial de la  Revista Hispano Cubana y del  Boletín del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, publicados en editorial la capital española. En 1987 obtuvo la Beca Cintas y fundó la  Editorial Betania.

Autor de seis poemarios, de varios libros sobre Gastón Baquero y de diversas antologías sobre la poesía cubana del exilio. Sus últimos títulos publicados son: Indómitas al sol. Cinco poetas cubanas de Nueva York. Antología crítica (2011), Conversaciones  con Gastón Baquero (2014) y Tiempo de exilio. Antología poética, 1974-2016 (2016).

Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria. 21 x 13 cm- 162 páginas. © Felipe Lázaro Álvarez Alfonso, 2017. Editorial Betania. Colección Narrativa.     ISBN: 978-84-8017-370-4

Te lo haré llegar por la vía que suelo hacerlo, para que después de leerlo, lo hagas circular entre nuestros familiares y amigos.

Un gran abrazo desde La Ciudad Luz,

Félix José Hernández.