España / El putsch de Puigdemont y la defensa del Estado
Cubamatinal/ A continuación se analiza la última etapa del ‘procés’, que culmina en la declaración de independencia, la aplicación superficial de la coerción constitucional del artículo 155, la fuga de Puigdemont, el ingreso preventivo en prisión de Junqueras, varios consejeros de la ‘Generalitat’ y otros líderes secesionistas, las elecciones del 21 de diciembre y sus resultados. Pero previamente parece necesario aclarar la naturaleza del conflicto para determinar las posibilidades de su resolución, caso de ser posible.
Por José A. Olmeda
Madrid, 3 de septiembre de 2018 / Cuadernos Faes 59/ “Si un reino está dividido contra sí mismo, no puede durar. Y si una casa está dividida contra sí misma, no podrá subsistir”.
Marcos 3, 24-25.
El huevo en una mano es un símbolo adinkra de la cultura del pueblo Akan (Ghana y Costa de Marfil) para insinuar que “El poder es frágil. Como un huevo. Si lo sujetas demasiado fuerte puede romperse y derramarse sobre la mano. Pero si lo sostienes sin apretar demasiado, podría caerse, romperse y salpicar todo el suelo”1
En su indispensable Diccionario político, William Safire define putsch como un intento de golpe de Estado fracasado, remontando sus orígenes al protagonizado por Hitler en noviembre de 1923 para forzar al gobierno bávaro a formar uno nuevo por él encabezado. Aunque el golpe fracasó, Hitler se convirtió en una figura nacional y, a los ojos de muchos alemanes, en un patriota y un héroe. Una rebelión es una revolución que fracasó; un putsch es una rebelión que no se consideró una amenaza seria2.
Que el envite secesionista de Mas y Puigdemont fuese un bluff en términos políticos y estratégicos no resta un ápice de gravedad a la magnitud del desafío que ha tenido y tiene que afrontar nuestra democracia, en el presente y en el futuro, ante la ardua desafección de una parte importante de nuestros conciudadanos catalanes, creyentes firmes o accidentales en las añagazas retóricas de los susodichos y su arrobada clerecía.
Autor:

José A. Olmeda
Catedrático de Ciencia
Política, UNED