La parábola del descarado y del hombre respetable, desnudos en la calle

Opinión/ El Rey va desnudo

homo dictatore consocialis

Cubamatinal/ “Todos los hombres de iglesia, se beneficiarían de un examen de conciencia, en que se hicieran dos preguntas.”

Por Jaime Leygonier.

La Habana, 24 de abril, 2018/ Un amigo, explica con el siguiente ejemplo la diferencia de credibilidad entre el hombre de respeto y el descarado:

Si el descarado sale a la calle encueros, la gente del barrio le gritará: “¡”Descarao”, vístete!”, unos lo insultarán, otros se burlarán y alguno le llamará a la Policía.

Pero si el hombre de respeto sale a la calle desnudo, la gente se asombrará preocupada: “¿Qué le habrá pasado a Fulano?” “¿Lo habrán asaltado o tuvo un derrame cerebral?” “Que pena me da verlo en ese estado.”

Y no faltará alguno que se le acerque a cubrirlo y a preguntarle: “¿Qué le pasó, Fulano? Venga, lo llevaré con su familia”.

Las principales autoridades católicas de Cuba (Superior de los jesuitas, Juan M. Arregui; Arzobispo de La Habana, todos los obispos) al “ningunear”, primero, mi petición, y luego, mi demanda legal, se colocaron por encima del Derecho Canónico, al que deben obediencia, provocando que eleve al Papa Francisco, suciedades que ellos no quieren limpiar:

Una demanda por “difamación e injurias mediante libelo”, a la que “endurecieron sus oídos”. Con lo cual, contra la costumbre de estas instituciones de ocultar sus asuntos al público, ¡no les apenó involucrarse todos e involucrar al Papa!

Deben sentirse totalmente seguros de que el Papa Francisco, también se hará el sordo, hará injusticia y todo concluirá con un poco más de desprestigio para la Iglesia. Lo cual parece que les es indiferente.

Volviendo a la parábola:

¿Cuántos se creen sagrados mientras “predican moral en calzoncillos”. Autoengañados de que los fieles, por negación psicológica y síndrome de Estocolmo, contentos con cheques sin fondo contra la sangre de los mártires, no se atreverán a decir que: “El Rey, va desnudo”?

Pastores de todas las denominaciones: Los honrados, que obedecen a gusto el no arrancar “la cizaña”; por miedo a buscarse problemas. Y la prosperan alegando “amor fraternal” y “no juzgar”.

Y elogian a Bartolomé de las Casas y a Luther King, sin atreverse contra ningún abuso, porque: “Perjudicaría la predica del Evangelio”.

Los que predican loas a los mártires de la primitiva Iglesia o a los de hoy, de África, Irán, Guatemala o México, sin abochornarse de que bajo la tiranía de Cuba, no han merecido ni un solo cura preso, ni cinco minutos de arresto.

Que en lugar de “dar su vida por las ovejas”, “huyen y las abandonan al lobo” (Juan, 3, 1-18) y a título de “neutrales”, expiden certificados de buena conducta al “dios-estado-totalitario”. Por idolatría al miedo y a la conveniencias.

Quienes por omisión o acción, trabajan porque se cumpla la Palabra de Cristo Dios: “Pero, cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará Fe en la Tierra?”(Lucas, 18-8) esperan ser muy respetados al usar su báculo como barra de “strep tease”.

Todos: Hombres de iglesia, de bien o canallas, se beneficiarían de un examen de conciencia, en que se hicieran dos preguntas:

¿Qué piensa la gente cuando te vé ante la desgracia nacional, callado como si no vieras, o sonriente con los tiranos, o balbuceando ambiguedades para quedar bien con víctimas y victimarios, con mentalidad de casta superior, cerrado a críticas, en cero transparencia, impune, lejano, próspero, rutinario, sordo a peticiones?

¡Lo mismo que pensarían si salieras desnudo a la calle!: Que eres un descarado o un hombre de respeto que perdió la cabeza.

Y ¿cuál de los dos eres tú?


2) Portal de Diez de Octubre 818, año 2013 - Foto J. Leygonier.
Jaime Leygonier Fernandez

Periodista independiente, con una amplia producción en diferentes medios de la prensa independiente y el exilio. Escritor, ex profesor (expulsado por sus acciones políticas), fue condenado a tres años de privación de libertad en 1990 por el supuesto delito de “propaganda enemiga”, con anterioridad expulsado de la carrera de Historia en la Universidad de La Habana por no renegar del catolicismo.

Reside en Cuba y se mantiene activo en la prensa independiente, incluido el periodismo de investigación.

Carta abierta a la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba

Opinión/ Carta abierta

expulsion de curas catolicos cuba
De la historia del catolicismo en Cuba

Cubamatinal/ La reciente carta de tres párrocos cubanos dirigida a Raul Castro, ha generado numerosos criterios, entre ellos la siguiente Carta Abierta.

Dirigida a:

Conferencia de Obispos Católicos de Cuba ( C.O.C.C.)

Presidente: Monseñor Dionisio Guillermo García Ibáñez:

Secretario General: S. E. R., Monseñor Juan de Dios Hernández Ruíz:

Secretario Ejecutivo Adjunto: Mons. José Félix Pérez Riera:

A cada uno de los obispos católicos de Cuba:

Y a cada cubano sacerdote católico o pastor de otras denominaciones:

“Arrepentirse”,“cambiar de vida” es el llamado de la Cuaresma.

En este momento de crisis nacional y descrédito de la Iglesia, por acciones y omisiones, los sacerdotes Castor José ÁlvarezJosé Conrado Rodríguez y Roque Nelvis Morales, la honran al escribir una carta pública al general que heredó de su hermano a Cuba con sus once millones de habitantes.

Carta donde le dicen la verdad, en defensa del pueblo, y que los obliga moralmente a Sus Excelencias, los obispos, a romper el silencio que acostumbran como método evasivo.

A abstenerse de reprimir a estos tres sacerdotes, como parece hacen,al relegar al padre José Conrado, a rincones del País y cambiarlo de templos.

Y a apoyarlos en sus justas peticiones, con declaraciones públicas.

Recién, escribieron ustedes a la Conferencia de Obispos de Venezuela, diciéndoles que están con el sufrimiento del pueblo Venezolano y que oran por la paz, el dialogo y el cumplimiento de su constitución.

Desde el 2007, y antes, no escatimaron ustedes declaraciones para decirle al Mundo y a Cuba, que Raúl Castro, hacia y quería “cambio”, y que, por tanto, Europa y Estados Unidos debían levantarle las sanciones.

Esos político, interesados en el desguace de ese barco encallado que es nuestra patria, declaran ahora que en Cuba “se cumplen los Derechos Humanos”: y se apoyan en la autoridad de esas declaraciones de la Iglesia.

Coincide con esta carta, que la publicación católica “Vida Cristiana”, censura bajo pseudónimo la política del presidente de los E.E.U.U. y nos insulta a miles de cubanos, llamándonos “gusanos”, “lumpens”, con las descalificaciones que Fidel Castro propagó para deshumanizar a sus disidentes a los ojos del pueblo.

Pero, “cuando hay muchos hombres sin decoro, hay hombres que llevan en si el decoro de muchos hombres”, escribió José Martí. Y se cumple entre ustedes en estos tres sacerdotes.

Y en muchos cubanos que se ponen en peligro por civismo: “Gusanos” y no “cubanos decentes”, según el “amor evangélico” de “Vida Cristiana”.

Cristo, dijo: “El buen pastor pone su vida por las ovejas, mientras que el mercenario huye” y Pablo de Tarso, en la Palabra de Dios, manda: “el obispo ha de ser hombre irreprensible”.

No son “irreprensibles” si ven “cometer un crimen en silencio” y siguen del lado de los poderosos que destruyen material y moralmente a la sociedad cubana, y no del lado de los que sufren.

Obstinarse en ese silencio, tras mendaces declaraciones y documentos eclesiales a favor del Gobierno, no es prudencia sino suicidio moral.

La crisis del poder es tan grande que de declarar Sus Excelencias la verdad, ahora, podrían sospecharlos de que cambiaron por oportunismo.

Apoyen la carta, apoyen al pueblo. “Cambiar de vida” es el llamado de la Cuaresma. Y si no obran por miedo o porque los chantajean por algún pecado, confiésenlo, que es lo que ustedes predican en Cristo, o retírense si no quieren estar a la altura del tiempo en que viven.

No les basta proclamarse sucesores de los apóstoles, que todos padecieron martirio. Ni estamos en la Edad Media para que nos impresionen mitras y vestiduras. Obren. Los templos, repletos a fines de los años 80 y 90, se vacían.

Como obispos, al llamado de San Pablo y al de la Patria, ¡de ustedes!, “no tengan miedo”, “no endurezcan sus corazones” y prueben ser “hombres”e “irreprochables”, no instrumentos.

Jaime Leygonier Fernández. Feligrés de El Buen Pastor de Jesús del Monte.

P.S: Exhorto a los lectores a escribir a los obispos en apoyo de la carta de los tres sacerdotes. Aunque jamás respondan una petición, como es deber del servidor público, ello no justifica que no llamemos a sus puertas.